En cada ciclo en que la tierra más árida del mundo decide florecer, Copiapó se convierte en un escenario que detiene miradas y acelera conciencias. No es solo un fenómeno natural, es un llamado profundo a la responsabilidad colectiva. En la Revista Mandato, donde la memoria territorial y la defensa del patrimonio natural son ejes centrales, observamos cómo este 2025 vuelve a poner en tensión la belleza del Desierto Florido y la urgencia de protegerlo. Así, mientras la comunidad disfruta del renacer colorido, el municipio activa una advertencia clara que enlaza disfrute y deber ciudadano.
Una ordenanza necesaria en tiempos de fragilidad ambiental
El Municipio de Copiapó recordó a la población que se encuentra vigente la ordenanza que protege el Desierto Florido, un reglamento que busca resguardar este espectáculo natural frente al daño humano. Las multas pueden ascender hasta 5 UTM ($346.325) para quienes afecten la flora o fauna del sector, un monto que expresa la gravedad de intervenir de manera irresponsable un ecosistema tan delicado.
El alcalde Maglio Cicardini Neyra enfatizó este compromiso compartido al señalar que “el Desierto Florido es un fenómeno único en el mundo que se da en nuestra comuna y nuestro deber es cuidarlo”. La invitación es clara, disfrutar, pero hacerlo con respeto, porque cada especie que brota es parte de un ciclo biológico que requiere décadas para volver a repetirse.
Un patrimonio vivo que exige respeto
La normativa sanciona acciones como cortar, arrancar, destruir, transportar o comercializar especies silvestres en categoría de “peligro” o “vulnerables”. A esto se suma la prohibición de transitar con automóviles u otros vehículos motorizados en zonas no habilitadas, un gesto de protección que evita daños irreversibles en la vegetación y en la fauna que aprovecha estos períodos de humedad.
Las denuncias pueden realizarse ante el Juzgado de Policía Local, Carabineros, la PDI, el Ministerio Público o directamente en la Oficina de Partes Municipal. En este punto, la participación ciudadana se vuelve central; cuidar el Desierto Florido también implica vigilarlo.
Un fenómeno que escribe historia en cada aparición
El Desierto Florido no es un espectáculo anual, por el contrario, es un acontecimiento excepcional que depende de ciclos pluviales específicos, como los que se dieron en los años 1983, 1987, 1991, 1997, 2000, 2001, 2004, 2005, 2010, 2015, 2017, 2021 y 2023, que dejaron un registro biológico invaluable. Se estima que cerca de 200 especies florales conviven con una fauna endémica que solo aparece en estos breves y mágicos lapsos de tiempo.
Entre las flores más destacadas emergen la Flor del Jote, Oreja de Zorro Amarilla, Churque, suspiros, palo negro, añañucas y los Soldaditos en sus variantes roja, amarilla y azul, un universo cromático que convierte el desierto más seco del planeta en un tapiz vibrante.
Cuidar para que siga floreciendo
Así como cada pétalo que brota es prueba de resiliencia, cada acto de respeto es una promesa hacia el futuro. El Desierto Florido es más que un atractivo turístico, es una herencia natural que Copiapó comparte con el mundo; sin embargo, conservarla depende de quienes la recorren, la fotografían y la habitan.
En tiempos donde la crisis climática redefine geografías y altera ritmos naturales, Copiapó nos recuerda que la belleza necesita protección. Y precisamente por eso, cada visitante tiene un compromiso, el de disfrutar sin destruir, observar sin invadir, cuidar para que las generaciones futuras también puedan ver florecer el desierto.
