En la Ciudad Sagrada de Quilmes, donde la tierra conversa con el sol y cada cepa guarda un relato ancestral, productores y emprendedores se reunieron para repensar cómo potenciar un producto cuya identidad nace del territorio. La jornada, impulsada con espíritu colaborativo, buscó fortalecer la cadena del enoturismo y abrir nuevas puertas para la sostenibilidad económica de las bodegas locales.
El espacio, impulsado por el Ente Tucumán Turismo en articulación con el Consejo Federal de Inversiones (CFI), abrió una instancia estratégica para pensar nuevas formas de diseñar experiencias enoturísticas más completas, profundas y auténticas dentro de un segmento que crece con firmeza en la provincia.
“Nuestro vino es especial y distinto al de otros puntos turísticos donde se desarrolla este producto”, afirmó Domingo Amaya
La Ciudad Sagrada de Quilmes volvió a convertirse en un punto de encuentro para quienes construyen la identidad vitivinícola tucumana. Allí se desarrolló el Taller para el Desarrollo del Enoturismo en Tucumán, una jornada clave que permitió fortalecer la estrategia provincial vinculada al turismo del vino. La decisión de realizarlo en uno de los sitios arqueológicos más relevantes de Sudamérica no fue casual, porque su historia y su memoria constituyen el marco indispensable para comprender el valor cultural y patrimonial que el enoturismo representa para Tucumán.
A la capacitación asistieron productores, emprendedores turísticos, prestadores de servicios y referentes sectoriales. La jornada estuvo encabezada por el presidente del Ente Tucumán Turismo (ETT), Domingo Amaya, acompañado por la vicepresidenta Inés Frías Silva y el secretario general Marcos Díaz. También estuvo presente Ana Cristina Nores, referente de la Ruta del Vino en Altura, junto a equipos técnicos y especialistas del Ente y del CFI.
Durante el encuentro, los representantes del CFI presentaron los principales lineamientos del Plan de Acción para el Desarrollo del Enoturismo, una iniciativa nacional que integra formación, diagnóstico territorial y articulación público-privada. En este marco, se destinó un bloque especial a las líneas de crédito vigentes para proyectos enoturísticos, acercando herramientas concretas para potenciar inversiones, impulsar el crecimiento y promover la profesionalización de un sector que, al igual que sus vinos, avanza con carácter propio.
Testimonios
“Tenemos territorio, tenemos capacidad de gestión, tenemos un excelente producto y muchas veces lo que falta es encontrar la forma de monetizar todo eso. Esta jornada nos informa sobre formas de solventar ese problema y además pone en valor la riqueza de nuestro suelo, que en este caso va dentro de una botella”, expresó Horacio Díaz, representante de la Bodega Comunitaria Los Amaichas, poniendo en palabras la convicción de que la identidad puede ser motor de desarrollo.
En sintonía, Silvia Gramajo, propietaria de Luna de Cuarzo, resaltó la singularidad del torrontés tucumano: “El torrontés se da de manera inmejorable dentro del Valle Calchaquí; incluso se podría ofrecer la uva para degustación en tiempos de vendimia o antes”. Con la calidez propia de la hospitalidad vallista, agregó: “Nosotros recibimos a nuestros visitantes como si fueran unos amigos que nos visitan en casa; es una experiencia muy satisfactoria porque está ese matiz de amistad, de todo lo que sale del corazón, la solidaridad. Es algo que complementa la información sobre el producto, que tiene características muy únicas como su amplitud térmica y la cantidad de sol que recibe el viñedo”.
El balance también incluyó una mirada estratégica. Luis Rolando Díaz, de Altos La Ciénaga, destacó el crecimiento experimentado por las bodegas que integran la Ruta del Vino y celebró los reconocimientos internacionales obtenidos en el último año. “No obstante, soy consciente de que tenemos para crecer mucho más todavía, por nuestra calidad y nuestro potencial; cada cepa que se implanta y adapta al valle resulta en una expresión distintiva de sabor, con excelencia”, sintetizó.
Desde el Ente Tucumán Turismo se subrayó que este tipo de instancias fortalece la red de actores vinculados al turismo del vino y contribuye a la diversificación de la oferta provincial. Con ello se avanza en la consolidación de un modelo sostenible, innovador y articulado, capaz de posicionar al enoturismo como motor económico y cultural en los Valles Calchaquíes y en el conjunto del territorio.
El taller concluyó con la presentación de la síntesis de los aportes y los próximos pasos del Plan de Acción, que contempla nuevas instancias de formación, visitas técnicas, espacios de trabajo en red y estrategias de posicionamiento en el plano nacional e internacional. Una hoja de ruta que confirma lo esencial: cuando la tierra, el saber y la comunidad se unen, el vino no solo se produce, se cuenta.
