Desde su infancia, marcada por una enfermedad, hasta su presente como Abogada y referente en Discapacidad, la profesional del Derecho, aprendió a transformar la adversidad en vocación. La vida de María Moya Palacios parece escrita a pulso, con cicatrices convertidas en capítulos de aprendizaje. Abogada, defensora incansable de los derechos de las personas con discapacidad y actual secretaria de FRASIM del NOA, su historia no comienza en los tribunales, sino en una sala de hospital, cuando una enfermedad infantil marcó su cuerpo, pero no su voluntad. Desde entonces, su camino estuvo lleno de barreras físicas, sociales y emocionales que, lejos de detenerla, forjaron su carácter y su vocación de servicio. Hoy, con una mirada serena y firme, la profesional, habla de su vida sin dramatismo, como quien sabe que la resiliencia también puede ser un acto de amor y de justicia.
Infancia agridulce
¿Cómo describiría su infancia y los desafíos que marcaron su camino?
No tengo muchos recuerdos de mi infancia. Solo sé que a los tres años adquirí una enfermedad llamada Mal de Pott (afección en la columna vertebral). Me operaron tres veces. Mi columna se atrofió, está desviada, me afectó el crecimiento y mi miembro inferior izquierdo. Camino con una muleta, antes -usaba- dos. Me cuesta estar parada ahora, no así al caminar lento. Creo que el proceso más duro fue para mi familia; los niños nos adaptamos rápido. Quizás en mi juventud sentí más la diferencia. Mi infancia fue agridulce porque hubo rechazo por parte de otros chicos, pero en mi casa había otras cosas que resolver más que la discapacidad. Mis padres se separaron unos meses antes de -mí- enfermedad, lo cual los marcó a ellos más que a mí. Luego de casi dos años de internación volví a casa con nueva realidad, nueva casa, hermano en camino. Con mi padre no tuve contacto. Recién hoy tengo contacto con él. En casa aprendí a valorar la libertad que mi mamá siempre me dio para aprender lo que yo quisiera, y eso me marcó. Una vez que descubría que podía hacer algo, me atribuía esa actividad y así fui creciendo. Aprendí las cosas mirando, a mis tiempos y procesos. Mi mamá me enseñó la responsabilidad y que toda decisión tiene consecuencias, haciéndome cargo de ellas de acuerdo con lo que vivía. Tengo 6 hermanos actualmente y 17 sobrinos.
Reyes Magos
¿Qué aprendizajes le dejó esta enfermedad y cómo forjó su carácter?
Estuve internada casi dos años en un hospital en Salta Capital. Mi familia vivía en Profesor Salvador Mazza -localidad del interior que está a- seis horas de viaje -de la ciudad-, por lo cual el cuidado estaba más a cargo del personal de salud que de mis padres, debido a la distancia y a que tenía hermanos menores. Un recuerdo que me marcó y quiero resaltar -fue el hecho de- creer en los Reyes Magos. Conservé esa pureza en mi corazón y no permitía que nadie negara su existencia. Esta generosidad del día de reyes, que se vive en el hospital te marca cuando aparecen seres mágicos -con regalos-, que fortalecen tu inocencia. Eso me marcó, es el recuerdo más lindo de mi infancia. Me emociona hasta el día de hoy este recuerdo. Con respecto a mi carácter, hasta el día de hoy soy muy selectiva con mi entorno. Me relaciono con gente que me acepta tal cual como soy y que se anima a conocerme. Siempre he sido muy tímida, aunque la profesión me llevó a desafiar esta realidad. Ser abogada me ayudó a vencer la burocracia, algo que viví como estudiante y después en el transcurso de mi carrera. Jamás pensé dedicarme al tema de discapacidad, pero me sentí reflejada y privilegiada al ver que no todos tienen el mismo temperamento para vencer obstáculos. Hoy trabajo con vocación de servicio, para allanar el camino y enfrentar la burocracia del sistema que afecta más a las personas con discapacidad y sus familias, especialmente en temas de desplazamiento, accesibilidad y acceso a la información. Soy muy frontal, de pocas palabras y no soy muy diplomática por lo cual me cuesta relacionarme, pero cuando me siento cómoda en el entorno me doy a conocer. Soy muy sobreprotectora, evito relacionarme con gente que no es sincera, pero con el tiempo entendí que ser educada y que en la disidencia se puede trabajar -es decir que es posible ser una persona cortés y respetuosa, y aun así, trabajar de manera constructiva y efectiva incluso en medio de opiniones diferentes o en desacuerdo. La cortesía no es un obstáculo para la disidencia, sino que es una forma válida y productiva de interactuar en un ambiente de divergencia de ideas-.
“Las circunstancias no te determinan, pero te hacen el camino más cuesta arriba”
¿En qué momento descubrió que quería ser abogada?
Se dio de una manera causal, no fue una casualidad. Tuve un vínculo muy contenedor en la secundaria. Me dieron una beca por tener buenas notas y la opción era elegir una universidad. Elegí al azar Abogacía, no sabía de qué se trataba. Lo único que tenía claro es que tenía que ser en una Universidad Nacional para adquirir la beca. Aclaro que me costó terminar la primaria, descansé un año forzosamente por falta de medios económicos para estudiar. A la secundaria la hice en tiempo y forma y la universidad fue todo una conquista y perseverancia, más que todo porque me costó muchísimo, pero lo logré. Siempre tuve la idea de ser autónoma e independiente, aunque ahora lo tengo más claro. En su momento, lo que me marcó fue que mi mamá decía que tenía que recibirme de algo para poder mantenerme, porque si no nadie me iba a contratar. Siempre fui coqueta y quería comprarme las cosas que me gustaban y mamá no podía dármelo, así que tenía que estudiar. Es más -daba clases- a otros chicos y de allí sacaba para mis gustos. Me costó mucho la facultad. Mi mamá falleció en el camino, perdí la beca por razones de su enfermedad porque opté por cuidarla, y retomé mis estudios después. Fue difícil; por ejemplo, la biblioteca y las clases quedaban en pisos altos, tenía que subir escaleras. Mi timidez era un obstáculo; era buena escribiendo, pero me costaba expresarme. Hasta el día de hoy es un gran desafío, aunque ahora estoy más suelta por el ejercicio de la profesión. Las circunstancias no te determinan, pero te hacen el camino más cuesta arriba. Sin embargo, siempre me consideré una persona que no ve los obstáculos, solo el objetivo. Tengo un poder de abstracción y de enfocarme en lo que quiero. Así fue como vine a estudiar a Tucumán, lejos de mi provincia natal y de mi pueblito, enfrentando el desarraigo, que creo que fue lo más duro que pude enfrentar en la vida, lejos de mi familia que era una gran contenedora, pero iba detrás de conquistar mi sueño.
“Tuve compañeros que realmente me aceptaron como soy”
¿Qué obstáculos encontró durante sus estudios y el ejercicio de su carrera?
El obstáculo más grande fue la distancia y no tener una familia aquí en la provincia -Tucumán-. Me aferré mucho a mi compañera de la pensión y luego a mis pocas amigas, Doña Pochola, Miny, Sandra, Seba, Yael, Miriam, Marisel, Naty, Raquel, Natali y sus familias, etc. Aprendí a cocinar, lavar mi ropa y administrarme me costó un montón, porque en mi casa las tareas eran distribuidas y yo solo me limitaba a cocinar. Acá tenía que hacer todo eso y además estudiar, ordenarme en cuanto a los conocimientos y sobreponerme a la frustración cuando me iba mal en un examen, comenzar siempre de nuevo. Tuve compañeros que realmente me aceptaron como soy y me supieron dar su apoyo, tanto emocional como facilitándome material de estudio, ya que mis recursos económicos eran limitados. En cuanto al ejercicio de mi profesión, tenía planeado otro abordaje que no tenía nada que ver con la discapacidad, pero se dio así. Hoy trabajo en la concientización desde la Comisión de Personas con Discapacidad del Colegio de Abogados de Tucumán, donde elaboramos y buscamos que el profesional se forme y esté a la altura de la circunstancia -para- dar respuestas a las necesidades de las personas con discapacidad. Entrar en contacto con otras instituciones que trabajan con discapacidad me sirvió mucho para incorporar y conocer más la realidad en su contexto global. Por eso, siempre hago hincapié en que se debe trabajar como un solo colectivo que represente todos los tipos de discapacidades. El trabajo articulado con otras “Instituciones gubernamentales y ONGs, son un desafío que me encanta plantear y concretar”
FRASIM del NOA
¿Cómo se vinculó con FRASIM del NOA (Federación Regional de Ayuda Social al Insuficiente Mental del Norte Argentino)?
Resulta que en ese momento yo trabajaba en la Legislatura y presentaba proyectos, pero notaba que no se comprendía lo que yo quería transmitir y decidí allí en esa incomprensión, contactarme con un papá, Fabio Rivas, que tiene una hija con discapacidad. -Rivas- me invitó a una reunión en donde recién se estaba gestando un proyecto que se denominó Primer Encuentro Regional de Discapacidad y Comunidad. Recuerdo que estaba en mis últimas materias para recibirme -de abogada-, y me subí a este proyecto donde conocí a referentes de instituciones y personas con discapacidad, que, hasta el día de hoy, sigo en contacto con ellos que me dieron el empujón sin saberlo. Yo ya venía trabajando – en el tema- cuando en la oficina llegó y tuve que atender a un chico con un retraso madurativo; nadie lo entendía y yo pude hacerlo. Eso fue un desencadenante para seguir trabajando y ayudarlo a adquirir sus derechos. Entre esas instituciones estaba FRASIM del NOA. Su presidenta, Olga Timo, tiene un hijo con síndrome de Down. -Timo- es muy contenedora y te da posibilidades. Me enseñó tantas cosas que la admiro un montón. Con ella me sentí y me siento muy acompañada y siempre me impulsa a crecer. Ella vio algo en mí que yo no sabía que tenía: que era ejecutiva. Me enseñó, estuvo y está a la par, es admirable su generosidad y fortaleza. Es una gran amiga -fue ella quien- me propuso como secretaria de FRASIM DEL NOA, y hasta el día de hoy sigo -en el cargo-. Lo que hacemos en la Federación es trabajar con instituciones del Norte argentino, en forma articulada para sortear burocracias. Realizamos actividades no solo legales, sino también recreativas, como la Fiesta de la Primavera, y viajamos al interior para dar capacitaciones.
“Hay muchos derechos conquistados, pero en la práctica cuesta acceder a ellos”
¿Qué realidad descubre al trabajar en el ámbito de la discapacidad?
Es un mundo con un abanico enorme de cosas por trabajar. Hay muchos derechos conquistados, pero en la práctica cuesta acceder a ellos. El desafío está en vencer esa burocracia. Pero sobre todo que nos den lugar en la sociedad. Veo muchas realidades durísimas, donde se trabaja con lo precario. Son muy pocas las personas que tienen recursos. Las instituciones se mantienen como pueden. Veo muchos papás desgastados; es un costo altísimo mantener una institución y contener la realidad social. Hay muchísima deuda social, sobre todo en el interior, donde muchas personas no tienen acceso a sus derechos y menos a información jurídica. La idea desde mi lugar es ir trabajando y contagiando a los colegas para que se dediquen a la discapacidad. No solo se trabaja lo social, sino que se puede dar visibilidad a la condición, luchando por la autonomía, calidad de vida, independencia y todo lo que representa el colectivo.
Padres: “A veces se olvidan de ellos mismos”
¿Qué es lo más difícil de abordar como abogada y representante de una institución y qué casos la han marcado?
Lo más difícil son los tantos campos en los que se debe trabajar. A veces me siento desbordada. Trabajo en forma independiente, autónoma, y me cuesta administrar los pocos recursos que ingresan para solventar la parte social y también mi vida personal. Es un desafío porque hay personas que buscan más respuestas jurídicas, pero también necesitan un acompañamiento personal. Trato de darles lo que se pueda, buscar la cercanía para que encuentren en distintos lados la respuesta que buscan. Veo una realidad de padres adultos mayores con hijos adultos con discapacidad, y todo lo que implica acompañar esa realidad: la medicación, el traslado, el cuidado, el impacto en la familia, el desgaste personal, emocional y social. Y muchos obstáculos. -Los padres- a veces se olvidan de ellos mismos. Esa es una deuda pendiente que se debe abordar: la inquietud de los padres sobre qué pasará -con sus hijos- cuando ellos no estén. Hay que trabajar desde un lugar de acompañamiento, que no sea una internación definitiva, sino un hogar, que hoy no existe al menos en la provincia. Una gran enseñanza me la dio Javi, el hijo de Pupe (Olga Timo de FRASIM del NOA), me enseñó a disfrutar y degustar las comidas, a buscar la comunicación desde la mirada del amor. Con él y su mamá pude ver cómo puede deslumbrar la belleza de la vida aún con lo que implica convivir con la situación que hoy atraviesa Javier, que de manera abrupta fue perdiendo sus sentidos, pero no el amor por luchar día a día y la fortaleza que le da a su mamá para seguir no solo por él, sino por todos lo que no pueden hacerlo.
“En la batalla se conoce gente valiente”
¿Qué obstáculo más difícil tuvo que atravesar en su vida en lo personal y profesional?
«Nadie es profeta en su tierra». Cuando me recibí, en vez de abrirse las puertas, se cerraron. Me quedé sin trabajo y fue durísimo levantarme. Yo tenía planes, seguir trabajando en discapacidad y crecer en mi profesión. Pero la vida es así te patea el tablero. De repente quedarme sin trabajo fue un golpe muy duro. No esperaba que, en vez de apoyarme, me dejaran fuera de sus proyectos, cuando yo los hacía parte de los míos. Fue un momento de pandemia donde todo fue de golpe. Hoy, mirando atrás, agradezco a los ángeles que aparecieron en mi camino, como la Dra. Analía Domínguez; Dra. Barrionuevo, mi profe en la práctica y ahora gran amiga; Facundo Toscano; Segundo Adad, -abogados- que conocí en pandemia, quienes sin saberlo fueron mi apoyo. Es real en la batalla se conoce gente valiente, ellos, me supieron apoyar y dar fortaleza, no hubo tiempo de caer, fue vencer los miedos e incertidumbre lejos de la familia y amigos. No es lo mismo tener un ingreso día a día, que comenzar de cero, pero vale la pena -luchar-. Hoy, la situación económica afecta a todos, pero más a una persona con discapacidad. No sé por qué se ensaña tanto el gobierno de turno con limitar derechos ya consagrados, en fin, es una lucha, que espero sea menos, en un futuro no muy lejano. También me marcó trabajar en una pasantía sabiendo que no me iban a contratar por mi discapacidad. El sistema a veces te usa para marketing político y no para una relación laboral continua. Eso me marcó, trabajar en acompañar jóvenes con discapacidad de distinto tipo, que tuviesen experiencias laborales positivas, para socializar y generar la idea de cuán útil puede ser una persona con discapacidad, fortaleciendo sus cualidades. Mirando atrás, no sabía que tenía tantos talentos. Cuando te aprietan los zapatos, descubrís lo que sos capaz de hacer. Hoy me veo como una persona que jamás se proyectó estar donde estoy, como referente en discapacidad, una profesional con discapacidad que pelea por los derechos, la calidad de vida de las personas con discapacidad y de sus familias. Aprendo y soy una mujer de Fe, creo en Dios y en la comunidad de mi iglesia católica, Movimiento Puente, que me sostuvo mucho tiempo sin saberlo. Trabajar el animo de una persona que le cuesta expresar lo que siente fue su desafío y gran aprendizaje. aprendí que en comunidad se levanta la mano y te acompañan como pueden o como lo dejas, es un aprendizaje mutuo, realmente es mi cable a tierra, ese no sé qué, que alimenta ese no sé qué, que tengo y sé que es un regalo de Dios, que me acompaña en mis errores y aciertos. No hay sabor más grande que trabajar, y gastar el fruto de tu trabajo en comprar e invertir en tus proyectos locos de vida e ir tras tus sueños.
“Que las frustraciones de los demás no los invadan”
Si tuviera que definir su mandato en esta vida, ¿cuál sería?
No se dejen vencer. Tenemos la fortaleza interna. Partimos de una limitación, pero -tenemos muchas otras cosas que no nos limitan-. Que las frustraciones de los demás no los invadan. Cuando te caes, tienes que aprender a levantarte por ti mismo, porque eres capaz, porque tienes la fortaleza y porque eso enriquece a la sociedad. Es valorar cómo explotas los sentidos que tienes, dando un baluarte y un tesoro inagotable a la sociedad: superarse a sí mismo y a las barreras para convivir en una sociedad. Poder interactuar con otras personas que tienen distintos tipos de discapacidad fue hermoso. Me costó mucho comprender el amor, la esperanza, la espontaneidad, la responsabilidad y el entusiasmo que transmiten, y también cómo ayudar a superar las frustraciones. Mi mandato sería decir que no todo pasa por la discapacidad. Es una condición, pero no te determina. Es crucial el acompañamiento de la familia y de tu entorno, elegir buenos amigos y que te elijan a vos tal cual sos y que cada día luches por ser mejor. Tener una familia que te entienda sin dar explicaciones, que sepa lo que sos capaz de hacer, que respete tus tiempos y a la que sepas pedirle ayuda cuando sea necesario.
“Trabajen por aquellos que no pueden hacerlo”
¿Qué mensaje le daría a los jóvenes y profesionales con discapacidad?
Necesitamos jóvenes, necesitamos personas con discapacidad que ya tienen «la camiseta puesta», como se dice en Argentina, y que trabajen por aquellos que no pueden hacerlo. Que interactúen con los demás. Hoy hay muchos profesionales; antes era una utopía. Que en el lugar donde estén trabajen y aborden esta necesidad de sentirse parte y hacer parte. A mí hoy me ven más como abogada que como una persona con discapacidad. Hay que trabajar en la unidad. Animarse a comprender que no se trata del tipo de discapacidad, sino de trabajar en conjunto. Cada persona tiene su personalidad, pero no por eso se debe dejar de trabajar en equipo. Es fundamental para no perder los derechos conquistados y seguir avanzando. No es lo mismo ser uno quien tiene la condición y puede transmitir los obstáculos, no como espectadores, sino como usuarios y como agentes de cambio en esta sociedad.
“Publicar mi libro es mi sueño más próximo”
¿Cómo imagina su futuro y cuáles son sus sueños personales?
Me imagino a FRASIM con una sede propia, seguir haciendo la Fiesta de la Primavera en distintos lados, donde los chicos puedan interactuar y ser parte. Poder tener un lugar donde poder -capacitar al personal de instituciones- y que trabajen articuladamente para que, más allá del tipo de discapacidad, no se sientan solos, sino que sepan que se puede trabajar en conjunto. Mis sueños personales son muchos, tener mi propio estudio jurídico en casa, es un sueño no muy lejano que quiero concretar, tener un auto para poder desplazarme al interior y visitar a mis 17 sobrinos, familia y amigos y capacitar a las instituciones y motivar a los jóvenes y a las familias. Y encontrar en el camino a mi media naranja. Hoy, por lo pronto será arreglar la casa. En fin, quisiera viajar, que me encanta, conocer otros países. Y terminar de escribir el libro que estoy haciendo, poder publicarlo, es mi sueño más próximo.
“Ser valiente en lo que te toca”
¿Con qué palabra se definiría?
Privilegiada y protegida. Me considero una persona muy privilegiada. Para mí es un honor haberme sentido capaz de poder realizar todo, lo que me propuse y propongo, tener no solo la fortaleza sino las ganas de resolver, de no quedarme en los obstáculos, sino de crear, unificar, evitar conflicto, trabajar mi temperamento y relacionarme más. Todo eso tiene que ver con la fortaleza y un espíritu regalado por Dios, y con las ganas de que uno tiene de aprender a amarse a sí mismo. Tener empatía, fortaleza, no todos tienen ese valor o ese coraje para sobreponerse y seguir adelante más allá de los obstáculos. Ser valiente en lo que te toca, con el permiso de que, si te caes, te tienes que levantar, y que, si te caes, siempre hay alguien que te ayuda a levantarte: el vínculo más cercano que puedas construir. Esa es la barrera impenetrable del amor de los vínculos que están y que vas generando a medida que creces. quizás por eso sea también tan protectora con mi entorno cercano que por cierto cada vez crece más.
“Un escalón puede ser un abismo o un peldaño para seguir construyendo sueños”
¿Hay alguna frase que la represente?
«Sé cuáles son mis limitaciones, pero conozco mi capacidad para descubrir cuán útil puedo ser y qué riqueza puedo aportar, amando lo que hago y valorando a quienes están a mi lado. Un escalón puede ser un abismo o un peldaño para seguir construyendo sueños. La clave es levantarse cada día con ganas de ser lo que uno está llamado a hacer: vivir y disfrutar de la vida, amando lo que eres y lo que te tocó. Ese es el punto de partida.» Agradezco -la entrevista, porque pensar en cuántas vivencias tuve -hace que sienta que es- mi deber compartirla.
Escuchar a María Moya Palacios es entender que la fortaleza no nace del cuerpo, sino del espíritu. Su historia es un recordatorio de que las verdaderas batallas se libran en silencio, entre la fe, la esperanza y la perseverancia. En cada palabra suya hay una invitación a no rendirse, a creer que una muleta puede ser también una bandera. Su legado —más allá de los códigos y las leyes— es el de una mujer que decidió transformar su condición en misión, y su historia personal en inspiración colectiva. “Sé cuáles son mis limitaciones, pero conozco mi capacidad”, dice María. Y en esa frase resume su vida entera: un testimonio vivo de que las barreras, cuando se enfrentan con amor y propósito, se vuelven peldaños hacia los sueños.
Descargar aquí la Entrevista a la abogada María Moya Palacios
