Tras 13 años de debate legislativo, Chile da un paso decisivo hacia la modernización de su sistema logístico. La Ley de Cabotaje Marítimo, recientemente aprobada por el Congreso Nacional con 113 votos a favor, abre parcialmente el mercado a naves extranjeras, una medida que promete transformar el transporte de carga interna, reducir las tarifas hasta en un 39% y ahorrar al país cerca de 267 millones de dólares anuales.
Esta ley no solo representa un cambio técnico en la regulación marítima, sino una apuesta estratégica para dinamizar la economía, fortalecer la competencia y diversificar las rutas del comercio nacional.
Un mercado que navegaba en aguas estancadas
A pesar de contar con 6.435 kilómetros de costa, Chile ha mantenido un sistema de cabotaje limitado y costoso. Durante las últimas dos décadas, el transporte marítimo interno se mantuvo concentrado en pocas empresas nacionales, con una baja participación de actores extranjeros y costos logísticos que afectaban directamente a la competitividad del país.
Algunos datos muestran la magnitud del problema:
Solo el 4% del total de la carga nacional se mueve por mar.
En 2024, el 77% del tráfico marítimo fue internacional y apenas 16% correspondió a cabotaje interno.
El 73% del transporte costero fue realizado por naves chilenas, mientras que los permisos a embarcaciones extranjeras fueron casi simbólicos: solo el 0,3% de la carga total.
Lo nuevo: apertura parcial y reglas claras
La nueva Ley de Cabotaje Marítimo introduce una apertura parcial, regulada y estratégica del mercado. No se trata de una liberalización total, sino de un equilibrio entre soberanía económica y competitividad global.
“Ruta de salida”
Las naves extranjeras que arriben con carga de importación podrán transportar mercancías nacionales en su ruta de salida, optimizando tiempos y costos.
Movimiento de contenedores vacíos
Se permitirá un flujo más flexible de contenedores vacíos, un aspecto clave para la eficiencia logística.
Respuesta ante emergencias
La norma habilita el reposicionamiento de carga por naves extranjeras en caso de cierres de puertos por huelgas o condiciones climáticas.
Gestión más ágil
El Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones asumirá nuevas competencias, modernizando los procesos de licitación y fiscalización del sector.
Ahorro, sustentabilidad y logística inteligente
El impacto de esta ley va mucho más allá del ahorro monetario. Significa una transición hacia un transporte más limpio, resiliente y económico:
Menos contaminación
El transporte marítimo emite 70% menos CO₂ que el terrestre, lo que podría reducir más de 64 mil toneladas de CO₂ al año.
Menor deterioro vial
Menos camiones en ruta implica menor congestión y gasto estatal en mantenimiento de carreteras.
Eficiencia logística
Se proyecta que unas 700.000 toneladas de carga cambien del modo terrestre al marítimo.
Empresas estratégicas:
Gigantes como ENAP y Codelco se beneficiarán con menores costos de transporte.
Impacto regional y en las Pymes
Uno de los efectos más esperanzadores de esta ley será su impacto directo en las regiones y las pequeñas empresas.
Las Pymes importadoras y exportadoras podrán negociar mejores condiciones de flete, acceder a más operadores logísticos y reducir los costos de distribución, fortaleciendo la producción regional.
En la zona norte, se prevé un cambio sustancial: miles de toneladas de carga dejarán de depender del transporte terrestre o de trasbordos en Callao (Perú), lo que favorecerá la integración comercial con Bolivia y el altiplano chileno.
Chile se embarca hacia una economía más competitiva
Con esta ley, Chile rompe una inercia de más de dos décadas y se embarca en un proceso de transformación logística que promete beneficios económicos, ambientales y sociales.
Abrir parcialmente el mar a nuevas banderas no significa perder soberanía, sino recuperar dinamismo y eficiencia.
La Ley de Cabotaje Marítimo no solo moderniza un sistema, sino que redefine una visión de país: un Chile que vuelve a mirar al mar, pero esta vez, para navegar hacia el futuro.
